En el sector de la construcción, el primer paso para crear una empresa rentable es conocer y entender los tipos de coste que deben imputarse a una obra. Sería un error pensar que los materiales y la mano de obra son los únicos gastos que deben considerarse al crear presupuestos. Por ello, hoy empezamos este artículo con un dato clave: todo presupuesto debe incluir entre un 10 y un 18% de sobrecoste que permita cubrir gastos indirectos y generales de una obra.
En este artículo, cubriremos los siguientes apartados:
1. Los gastos más fáciles de identificar: los costes directos de una obra.
Los costes directos de una obra también se denominan variables. Son aquellos que están directamente relacionados con la ejecución del proyecto. Es decir:
- La mano de obra, que no solo contempla las horas trabajadas por el personal, sino que también incluye:
- Los desplazamientos y el kilometraje.
- Las dietas de los trabajadores.
- La seguridad social asociada a las horas trabajadas en el proyecto.
- Y cualquier otro plus relacionado con el salario.
- El material utilizado, incluyendo cualquier ruptura o merma que se produzca en su traslado, o en la propia instalación.
- Las subcontrataciones de maquinaria y/o personal.
- Y otros gastos auxiliares como la cinta aislante, los tornillos, las bridas u otro pequeño material.
Saber identificar los costes directos de una obra trae consigo varias ventajas. La primera es que podremos asignarlos a la obra concreta en nuestro programa de gestión, para que pueda darnos una “foto” completa de la situación. Esta nos mostrará la diferencia exacta entre lo presupuestado y lo finalmente consumido. Y a partir de ahí, podremos analizar las desviaciones en todos los niveles: mano de obra, artículos y material auxiliar. ¿Con que objetivo? Presupuestar mejor o corregir el procedimiento de trabajo si no estamos siendo suficientemente efectivos.
Por otra parte, es importante mencionar que los costes directos no cubren la totalidad de gastos de un proyecto. Por ello, en el proceso de presupuestación, deben considerarse también lo que llamamos costes indirectos y gastos generales de obra. A continuación, los desglosaremos.
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2. Los costes indirectos de una obra y los gastos generales.
Los costes indirectos de una obra y los gastos generales son aquellos que no pueden imputarse directamente a unidades de obra específicas. Y por ello, no aparecen en los presupuestos, porque no pueden entregarse. Precisamente por esta característica, en muchas ocasiones no se consideran, y pueden llegar a ser un punto crítico para la rentabilidad de la empresa. Este tipo de costes son:
- La mano de obra indirecta
- Se trata de personal que no interviene directamente en la ejecución del proyecto, pero sí que realiza trabajos de venta, control, organización de empleados e, incluso, vigilancia. Son figuras como los ingenieros, el jefe de obra, los encargados, el personal administrativo o incluso los peones (que realizarán tareas de limpieza, funciones de transporte interior, etc.).
- La maquinaria y las herramientas
- En este caso, hablamos de la amortización de cualquier herramienta o maquinaria (que es propiedad de la empresa) y que es necesaria para la ejecución de la obra. Por ejemplo:
- Grúas, carretillas elevadoras o montacargas.
- Cualquier pequeña herramienta como picos, palas o regles.
- En este caso, hablamos de la amortización de cualquier herramienta o maquinaria (que es propiedad de la empresa) y que es necesaria para la ejecución de la obra. Por ejemplo:
- Las instalaciones y construcciones provisionales
- Son, por ejemplo, los módulos prefabricados a pie de obra que nos servirán de espacios de almacén, oficina e, incluso, taller.
- Pero también, son los consumos de energía eléctrica y agua potable, entre otros, en la propia obra.
- El control de calidad
- Y finalmente, otros gastos generales de una obra como los costes de administración, gerencia, equipos informáticos, local, luz, agua, teléfono o internet.
En el sector, este gasto de estructura no se está considerando en un gran número de ocasiones, lo que reduce automáticamente el valor de las obras. Si la suma de los costes directos no contempla este sobrecoste se estará infravalorando el valor del proyecto e incurriremos en gastos. Y esto es crítico.
3. Procedimiento recomendado de imputación de costes indirectos y gastos generales de una obra.
En este sentido, deben ofrecerse dos recomendaciones básicas:
- La primera está relacionada con el proceso de presupuestación. Como indicábamos en la parte inicial del artículo, a los costes directos debe añadirse entre un 10 y un 18% de valor que permita cubrir los gastos de estructura.
- Y finalmente, se recomienda imputar los costes indirectos a las diferentes obras en los programas de gestión.
En este sentido, el programa de Telematel permite asignar estos costes indirectos mediante un proceso de reparto. Pueden escogerse 3 opciones: repartir el total de costes de estructura según:
- Los costes directos de la obra.
- La cantidad de horas imputadas.
- El volumen de facturación.
La opción más utilizada por la mayor parte de clientes es la hora imputada. Esta opción suele reflejar de forma más genuina la cantidad de trabajo. Imaginemos que debemos instalar una máquina de un millón de euros para la cual solo se necesitan 10 horas de trabajo. No tendría sentido asignar costes indirectos en base a este millón de euros si el trabajo es relativamente fácil. Por ello, es preferible utilizar la opción de “número de horas imputadas”, porque suele ser mejor reflejo del valor de la obra.
Si buscas un programa de gestión que te permita tener mayor control de tus costes de obra, no dudes en contactarnos. También puedes registrarte a nuestra newsletter para recibir los nuevos recursos que publiquemos en el blog.